Mi primer chico, fue un amigo. Fue mi primer beso. Era el ex de mi mejor amiga y no se dan una idea, como arruine esa amistad. Pero lo único que necesitaba en ese momento, era un chico que me muestre que era hermosa, y funcionó, por poco tiempo claro... Luego de un mes, me entere que fue una apuesta. Si el estaba conmigo, le pagaban. Como siempre tuve un humor bastante negro, oculte mi dolor, riéndome de aquella situación. Mi corazón, por dentro, estaba destrozado, por primera vez.
Luego de un mes más o menos, conocí otro chico, más chico que yo. Un año más chico. Me llevaba una cabeza de altura y lo único que hacia era abrazarme, histeriquiarme, me hacía sentir bien. Luego de aquel primer desastre, estaba feliz siendo histeriqueada por el. Lo más difícil entre nosotros, era que nunca podía entender que eramos... Si amigos o algo más, y eso me hacía mierda cada día. Me acuerdo perfectamente, como un día, salí a bailar con mi mejor amiga, con el único motivo de verlo a el. Estuve toda la noche esperando que al fin, lo pudiese besar, estaba totalmente entregada a el, pero no. Para mi sorpresa, no me quería a mi, quería a aquella chica un año más grande que yo y dos años más grande que el. La beso al frente mío. Me rompió el corazón en dos. Nunca paso nada entre nosotros, pero es hasta el día de hoy que lo quiero como la primera vez. Una idiota claramente, no?
Y después, para finalizar (Si, no tengo muchas historias amorosas como lo ven), Apareció el. Aquel chico que dio vuelta todo mi mundo y lo reconozco perfectamente. Aquel chico que me hizo sentir plenamente hermosa, única. Iba a mi colegio, era nuevo y de mi curso. ¿Pueden creer que mientras yo estaba atrás de los dos idiotas que les nombre antes, el estaba fijándose en mi? No en mis amigas.
En mi.
Se había fijado en mi.
Me endulzaba el oído, me decía lo que quería escuchar, me hacía feliz. Me hablaba y me quedaba sin aire, lo veía viéndome y me ruborizaba como una idiota. Pero claro, yo siempre fui y seré una más para el, y el me encanta. Y lo quiero tanto... Tanto, que duele.
Nunca en mi vida, me había dado cuenta, lo que influían los chicos en mi auto-estima. Lo feliz que me hacía que me quieran. Que alguien me quiera a mi, me hacía quererme, porque a pesar de todo, había alguien que entre tantos defectos, encontró algo bueno finalmente.
Siempre fui muy idiota, siempre creí en los finales felices, en los cuentos de hadas y me encanta la idea de que ahí afuera, si existe alguien destinado a estar conmigo. Aunque, al parecer, todavía no lo encontré.
